¡Dios ha muerto! ¿Y cuándo estuvo vivo? Escúchame y despierta: destruye el becerro dorado que fundiste. ¿Qué es sino frío metal? Sólo se calienta con tu llama y, si acaso lo viste moverse, no fueron más que sombras engañosas y nada más. ¿Alguna vez le has oído hablar de verdad o siquiera mugir? Las bellas palabras surgen de bocas humanas y nada más. ¡Los ídolos están huecos y en ellos sólo resuena el eco de las palabras que les das! Derriba el fetiche que nada de divino tiene, ni nada te dio, ni nada te dará y ama lo que hay y lo que está. Nada más.
Piensa en las personas que idolatras y decide si lo merecen o son becerros, sombras y nada más.
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