16/1/13

Sonepo %

Ayer cené terremoto de pollo
fue como uncinco con catapultas
Como una multiplicación que resultas
era aquello un torkoal hecho de pollo

eclipse lugar un tuvo de centollo
que se mueran las persianas estultas
unpato mepusomulta
cuando devoré yo unde pollo

llevaba dentro un tragon y su oro
la Montaña CULINARIA DE POLLOnaria de pollo
caliente como la puta de Smaug

ahora expulso sulfuro, ¡aug
por el de ahí abajo del todo el hoyo
Y me hablaba mi amigo tenía un loro

7/1/13

Osh domo ga q'Delvar je ydimamba ga mu vas q'Deler

Los cuatro primeros cantos del Vashora ga q'Delvar resumidos en un relato. Próximamente, el análisis correspondiente.

En un tiempo no mucho después de que los Dioses abandonaran la decadente Solaris ni mucho antes de que las ruinas de Mu cayesen en el olvido de los hombres; Solaris, la otrora más reluciente gema del éter, se sume en el caos. Los Dioses abandonan sus santuarios y embarcan en una portentosa arca de mercurio, asqueados de los excesos y la osadía del Rey Dragón. Prometen volver pasados los evos y traer con ellos fuego y sangre para los soberbios, los parricidas y los inhóspitos.

¡Ay! Y todos alzan sus brazos y lloran cuando ven alejarse el arca reluciente. Y, viéndose sin salvación, se dedican al vicio y al libertinaje más extremo, mientras otros corren al palacio del Rey Dragón en venganza por la desgracia que ha traído sobre Solaris.

¡Ay! No cesa el lamento mientras el imperio maldito cae y se resquebraja. Del palacio del Rey Dragón ya sólo quedan los cimientos y de aquel los huesos bajo la inclemente mirada de las estrellas.

De las mil naciones de Solaris escapa la más alta y noble. En naves argentinas se exilian los selenitas de la perdición mientras su patria arde. Abandonan sus hogares sin llanto, siendo siempre gente extranjera en su propia tierra y sufren hondamente con la degeneración que se ceba con ellos no tanto como con otros pueblos.

Surcan el éter durante cincuenta y dos noches y llegan a una tierra nueva, un paraíso verde y azul al que llaman q'Del, que en su vieja lengua significa, “hogar” y que más tarde las gentes de Mu llamarían “Aenu” y los griegos “Selene”. Allí encuentran ricos frutos y agua en abundancia y deciden asentarse. Esa es la voluntad del Pueblo.

Mas cuando desembarcan descubren que las junglas y mares de q'Del, si bien hermosos, como toda la belleza verdadera, acarrea peligros y muerte. Siete años luchan con los salvajes y reptilianos que antes de su llegada plagan q'Del y la ensucian con sus corruptos hechizos de sangre. Nada pueden hacer las prehistóricas criaturas contra la disciplina y las armas selenitas y, siguiendo a su dios maldito, huyen y se ocultan en las cavernas submarinas. Aunque volverán, pero esto es otra historia.

Los selenitas someten a los habitantes, eliminan plantas mortíferas y limpian el aire ponzoñoso; con la sabiduría heredada de Solaris moldean mares, montañas y junglas a su voluntad. Y sobre ruinas de nombre impronunciable los q'Delva levantan las más hermosas ciudades y la hermosísima es q'Deldye, el hogar eterno donde reposan los tres tronos y jamás doblegado hasta el retorno de la maldición.

Y en la más alta torre de q'Deldye los más altos de entre los altos selenitas deciden no repetir el error de Solaris y que no les gobierne una sola persona. Para que así no pueda ofender a los dioses con su soberbia ni les gobiernen personas vanas e indoctas sino los mejores de entre ellos.

Por ello de entre los tres pueblos selenitas escogen a las tres reinas: de los sabios yngelova a Yrside, la más sabia; de los justos ynlenyva a Lynmi, la más justa, y de los fuertes ynfraeva a Hedae, la más fuerte, que además es la más hermosa de entre todos los q'Delva.

Y gobiernan las tres en paz duradera hasta la muerte de Yrside y el pecado de Hedae, pero eso ocurrió hace mucho tiempo y ya nadie lo recuerda.