24/12/13

Señor comisario

(Este microrrelato fue soñado).

"Señor comisario, es muy importante que hable con usted. Como sabrá, los verbos pueden adoptar multitud de formas distintas y estoy convencido de que ese hombre es uno de ellos".

El comisario y sus hombres intercambiaron miradas.

Mientras los agentes daban una paliza de muerte al verbo con sus porras nunchaku, el comisario agradeció al ciudadano su inestimable ayuda.

16/12/13

Microrrelato nocturno

Las luces de la tienda rasgan las sombras.

Notas de organillo emergen con esfuerzo al ritmo monótono de un ruún-ruún mecánico.

Enmarcado entre rodillas nudosas y pantorrillas peludas un hombre enjuto goza con singular regocijo de su simulacro de viaje en avión, por el que ha pagado dos monedas como dos ojos. Si nariz afilada y protuberante describe, con su punta de veleta, arcos con cadencia suave.

«¡Oiga!», sale el tendero. «Eso es para los niños, ¿sab«¿y qué?». Que es usted ya un hombre hecho y dere«soy un niño por dentro, señor». No me venga con cuentos, baje que lo va a rom«no me gusta su cara. Huele mal». No le consiento que me hable de e«discúlpeme». Bueno, está bien, pero bájese de un«de acuerdo, de acuerdo. Lo siento mucho. Tenga esto y perdóneme». ...gracias».

Al abrir el sobre, las luces dan mil colores a la nube de polvo que de él sale disparada.

La tos del tendero da ritmo a los pasos del niño que se alejan mientras su dueño ríe y grita «¡traga ántrax!» sin que puedan sus pantalones cortos evitar que se moje las piernas al atropellar un charco.

12/12/13

Joaquín

 
 Línea 17 del autobús urbano; lo conduce Joaquín, 58 años, barba prominente.

Dos chanchulleros malencarados lo abordan en la parada de la Plaza de San Benavente, entrando los primeros en dirección contraria a la cola. Uno de ellos paga su billete y entra a la plataforma. El otro rebusca en sus bolsillos mientras pasan los demás pasajeros; de poco le ha servido su desparpajo.

El mismo que emplea cuando al final encuentra con qué pagar al chófer: una navaja que lo mismo te sirve para cortarte jamón que para cortarte en dos.

"Viejo, dame el dinero de la caja".

Joaquín lo mira.

"Niño, quítame eso de la cara", le dice mientras le arrea un manotazo que hace que el zagal suelte el arma. Cuando se agacha a recogerla, Joaquín arranca con "un respeto a las canas, coño" y lo derriba.

El otro, sin percatarse de esto, saca a la prima hermana de la primera navaja y ordena que todos se estén quietos y vayan sacando lo brillante.

Joaquín lo ve por el retrovisor, para en seco y se levanta.

"A ver, vosotros dos, fuera ahora mismo de mi autobús o me lío a patadas como si fuera Semana Santa".