Cuento inspirado por este enlace.
Había no dos, ni tres, sino sólo una vez un bonito jardín perdido en mitad de un pueblo. Pero no era un jardín corriente ya que las plantas eran muy peculiares ya que eran invisibles y tenían formas... Esto... Extrañas. Debido a que para todo el mundo el jardín no era más que un descampado ya que no podían ver las plantas los jóvenes aprovechaban para realizar actividades nocturnas posiblemente mal vistas por sus padres. Tal exposición a tan viles actos dio lugar a mutaciones en los vegetales dotándolos de tallos de formas alargadas y gruesas; frutos de redondeados y blanditos; y flores de dos pétalos que se abrían exhalando un aroma embriagador.
Las invisibles plantas de este jardín perdido en mitad de un pueblo hacían sentir extraño a quien entraba en el descampado que era en realidad el jardín. Si pasabas la mano cerca de la hierba podías notar un extraño calor, a veces encontrabas savia blanca de las plantas en el suelo y mejor no contar lo que pasaba si bostezabas o te sentabas.
Un día llegaron unos señores de la ciudad y construyeron una casa sobre el jardín para pasar los fines de semana y vacaciones. Esto no gustó a las plantas del jardín que, como eran invisibles, no se habían molestado en retirarlas antes de construir la casa sobre ellas. Un buen fin de semana que la familia venía a pasar unos días las plantas decidieron tomar venganza. Durante tres noches sodomizaron al padre y obligaron a la madre a hacerles felaciones pero, al despertarse, los dos lo tomaban por un sueño y se olvidaban del tema (y es difícil olvidar el tema si despiertas andando como un cawboy o con savia de plantas en la comisura de los labios). Pero un día decidieron tomarla con las dos hijas del matrimonio de quince y trece años. Mientras ambas estaban sentadas en el porche de la casa fueron atacadas por las lujuriosas plantas invisibles del jardín que desvirgaron a las dos jovencitas. Éstas, asustadas, fueron a sus padres con el cuento y estos se dieron cuenta de que en esa casa pasaba algo. Intentaron salir de la casa y huir pero las plantas habían atrancado todas las puertas y ventanas.
Durante semanas de la casa llegaron sonidos de gritos de dolor (o de placer) pero ningún pueblerino fue en ayuda de uno de esos paletos de ciudad de los que no se volvió a saber. Con el tiempo la casa se derrumbó y las plantas del jardín volvieron a ser felices.
Las invisibles plantas de este jardín perdido en mitad de un pueblo hacían sentir extraño a quien entraba en el descampado que era en realidad el jardín. Si pasabas la mano cerca de la hierba podías notar un extraño calor, a veces encontrabas savia blanca de las plantas en el suelo y mejor no contar lo que pasaba si bostezabas o te sentabas.
Un día llegaron unos señores de la ciudad y construyeron una casa sobre el jardín para pasar los fines de semana y vacaciones. Esto no gustó a las plantas del jardín que, como eran invisibles, no se habían molestado en retirarlas antes de construir la casa sobre ellas. Un buen fin de semana que la familia venía a pasar unos días las plantas decidieron tomar venganza. Durante tres noches sodomizaron al padre y obligaron a la madre a hacerles felaciones pero, al despertarse, los dos lo tomaban por un sueño y se olvidaban del tema (y es difícil olvidar el tema si despiertas andando como un cawboy o con savia de plantas en la comisura de los labios). Pero un día decidieron tomarla con las dos hijas del matrimonio de quince y trece años. Mientras ambas estaban sentadas en el porche de la casa fueron atacadas por las lujuriosas plantas invisibles del jardín que desvirgaron a las dos jovencitas. Éstas, asustadas, fueron a sus padres con el cuento y estos se dieron cuenta de que en esa casa pasaba algo. Intentaron salir de la casa y huir pero las plantas habían atrancado todas las puertas y ventanas.
Durante semanas de la casa llegaron sonidos de gritos de dolor (o de placer) pero ningún pueblerino fue en ayuda de uno de esos paletos de ciudad de los que no se volvió a saber. Con el tiempo la casa se derrumbó y las plantas del jardín volvieron a ser felices.