3/7/09

Yonqui de su voz

Ayer no comí, no bebí, no dormí, no viví pensando sin cesar en el adiós que nunca me dedicó. ¿Qué son los puñales fríos como centenares de inviernos y afilados como mil cuchillas comparados con las palabras que desgarraron mi corazón y destruyeron mi alma? ¡Nada! ¡Nada! ¿Por qué, cruel destino, me regalaste sus ojos y me dejaste dibujar sonrisas sin número en sus labios si antes de que el sol cayera me la volviste a arrancar llevándote con ella mi aliento? Oh sádico y malicioso hado, yo te maldigo por tus burlas. ¿Por qué te ensañas conmigo? ¿De verdad nací bajo tan aciaga estrella como para ser un enamorado del amor que lo persigue y persigue sin descanso para hallar como premio sólo reflejos y sombras de reflejos? Ahora soy yonqui de su voz, sólo sus palabras pueden ya llenar la carcasa vacía que otrora fue un cuerpo, mi cuerpo. No quiero que me la retornes, no quiero nada de ti, no te pido nada, excepto, tal vez, la paz...

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