23/5/10

Las fresas

Ahí está otra vez. Es un resplandor rojo… A veces lo veo por el rabillo del ojo cuando se esconde detrás de un mueble o se desliza, sigiloso, para doblar una esquina.
Hace un par de días que lo vi por la ventanilla del autobús, junto al cartel de un bar… Pero sólo duró un segundo.
Como ayer, cuando lo vi en el reflejo de las páginas de un libro que pasaban rápidamente. Ahora me hace gracia que fuera “El sueño de una noche de verano”.
Esta mañana también estaba ahí cuando abrí los ojos, sólo un instante rojo… Que se me ha quedado clavado.
¿Estoy loco?
Hoy me he atrevido a contárselo a unos amigos. Se han reído de mí, no me esperaba otra cosa… Cuando han comprendido que lo decía en serio se han preocupado. Me dan igual sus risas y su compasión, sólo esperaba que me pudieran decir qué es el resplandor rojo.
Finalmente es un libro de niños el que me da la idea. ¿Y si fuera un hada? Parece ridículo…
No obstante al poco empecé a oír aleteos, pero nunca al mismo tiempo que veía el resplandor. Eso me hizo pensármelo.
Cuando pude fui a una de esas grandes librerías a conseguir material sobre el tema. La cajera me miró un poco raro, más divertida que extrañada.
He pasado horas leyendo esos libros. Las informaciones son contradictorias, pero ya me lo esperaba. Intento separar la chicha de la paja buscando puntos comunes… Hay días que sólo duermo un par de horas y encima tengo que estudiar.
Ahora veo el resplandor dos , tres o incluso cuatro veces al día y ahora acompañado del aleteo. Intento no mirarlo directamente para que no desaparezca tan pronto.
Creo que intentaré algo.
Vivo en un apartamento y no tengo chimenea que limpiar para que baile, así que tendrá que contentarse con un cuenco de leche junto a la puerta por la noche.
Lo recogí esta mañana y hubiera jurado que había menos… Supongo que era demasiado para ella. Esta noche le pondré otro.
Llevo ya una semana poniéndole un cuenco nuevo cada noche y siempre me parece que ha descendido por la mañana. Por las noches a veces me despiertan aleteos y una risa.
Anoche me levanté en silencio y me asomé al pasillo. ¡La vi!
No medía más de veinte centímetros tenía una piel tan clara que era casi transparente y su pelo y el vestidito que llevaba eran de un rojo tan vivo y parecido que casi se confundían. Sólo duró unos segundos hasta que se percató de mi presencia y desapareció con una estela roja… Pero creo que antes me sonrió. Volví a la cama, pero esa noche no pude dormir.
A la noche siguiente volvió, escuché las risas, pensé que se habría enfadado conmigo. Menos mal…
Probaré a acercar cada noche más el cuenco a mi dormitorio, así a lo mejor se acostumbra a mí.
Ya van dos semanas y parece no molestarle. Ya bebe en la puerta de mi cuarto, pero no me atrevo a ponerlo dentro.
A lo mejor podría ofrecerle algo distinto: es temporada de fresas, seguro que le gusta la fruta de su mismo color.
Puse un cuenco de fresas en la puerta, pero esta vez por dentro.
Ha funcionado; las risas se oyen más altas y alegres, creo que he acertado.
Apenas pude creerme lo que pasó luego, no sé si fue un sueño, pero quiero pensar que no.
Una inusual corriente de aire me hizo despertar esa noche, cuando ya estaba adormilado. Abrí los ojos y ahí estaba el hada, de pie sobre mi pecho y sonriéndome con una fresa que en sus manitas parecía enorme.
No supe qué decir, pero no hizo falta que dijera nada. Entre risas me puso la fresa en los labios para que la mordiera. Cuando lo hice me dedicó una risita encantadora y antes de desaparecer me dejó un besito diminuto en la frente.
Cada vez paso menos tiempo fuera. No veo el momento de volver a casa para estar con el hada.
No decimos nada, sólo estamos juntos en la cama bebiendo leche y comiendo fresas.
Creo que ya me está cogiendo confianza, porque ha empezado a hablarme. Ayer mismo me dijo “gracias” cuando le acerqué una fresa.
Cada vez habla más, sé que su nombre es Tyra y que viene de la ciudad de Thùan, que está en la luna.
He dejado la carrera y seguramente ya me darán por muerto en la cafetería donde trabajaba. Tengo el móvil apagado todo el día para no escuchar a mis amigos, sólo salgo para comprar más leche y más fresas. Cuando vuelvo me encierro durante días en casa para hablar con Tyra.
Mis ex-amigos han venido a aporrear mi puerta, quieren separarme de Tyra, por eso no les he dejado pasar. O eso me dijo ella y sé que las hadas no mienten. Sólo quiero comer y jugar y hablar, pero sólo con Tyra.
Me cuenta muchas cosas sobre Thùan como que viven comiendo el éter de la luna o que hacen castillos enormes con polvo de estrellas en vez de arena. Me cuenta tantas cosas que mi memoria no da abasto y ya he olvidado el nombre de mis padres, la cara de mis ex-amigos, mi edad, donde vivo…
¡Pero ya nada de eso importa! Tyra dice que volverá a Thùan y que quiere llevarme con ella. ¡Estoy tan feliz! Me ha explicado que tengo que salir en una noche de luna llena cuando se refleje muy bien en el mar. Entonces iré al puerto, cogeré una barquichuela y remaré hasta llegar al reflejo de la luna. Y saltaré y nadaré muy profundo porque Tyra dice que el mar es un reflejo del cielo y las hadas no mienten. Así que en lugar de bucear estaría volando hacia la luna, hacia Thùan, la ciudad de las hadas. Y allí viviré con Tyra y sus amigas, jugando y riendo para siempre.

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