Hoygan el romance del libertino caballero Con mi porte muy gallardo y mi mirar altanero. No tengo ni por obstáculo mi virtud ni mi dinero. Cuanto placer yo buscase sin más yo me lo concedo. Ya fuere virginal flor o prietas nalgas de efebo. ¡Válgame esto los infiernos que clamo que así deseo! Segunda muerte sería vivir con hastío el cielo. Amigo soy de Satán a él con gusto mi alma entrego cuando a secretos placeres sin dudar mi cuerpo cedo. Estas manos dulcemente mil pares de blancos senos han, sin duda, acariciado. Compañero del exceso, del buen vino y los placeres que ofrece un cálido lecho y, bajo las blancas sábanas, un fuerte amante erecto. A leyes y religiones de férreos mandamientos yo las miro con desdén pues no ponen ni de lejos moral o norma cualquiera sobre mi caliente fuero. Los cardenales y obispos me acusan de mago negro, me penan de excomunión, y buen precio pone el clero por mi cabeza sin cuerpo. Frígidos reyes obesos, tan fríos gobernadores y príncipes muy estrechos intentaron con grilletes detener mis deseos mas ellos sólo lograron una burla y un cameo y el no volverme a ver. Mar bravío y mal terreno ceden mansos a mi paso pues saben que soy heredero de viejos dioses y pasiones, que todo lo placentero | es mi única y la mejor ley y que soy señor y dueño de sodomías, perfidias y harto oscuros secretos y de profundas mentiras. Con sumo gusto yo bebo cuanto me ofrece la joya que sin gran esfuerzo encuentro en las piernas de una virgen. Me arrullo entre placenteros gemidos y gritos gozosos; que a todos ellos los tengo por mis canciones y nanas. Me trae siempre el número sin cuidado ni mesura ¡poco importa uno que ciento pues soy grandioso varón y a todos sin más contento! De dos en dos o de a tres es común y ni me atengo. Señor me siento en la orgía y de muchos soy maestro en infamia y perversión. Otra Sodoma es mi lecho. No puede uno resistirse a chicos anchos de pecho fuertes los brazos y piernas y sin faltar un buen miembro. ¡Gran y grata compaña son mis leales compañeros! Y, no extrañéis si por ventura me hallaseis entre müertos perras o niñas o hermanas haciendo lo que deseo sólo por estar prohibido. Disfruto mas porque puedo. ¡Cuan corta es nuestra vida y de tan poco provecho! No laboréis y no oréis cada uno de los momentos vivid como si no hubiera más y fuera el último trecho sin vuelta y sin retorno. Y sin temor ya sabedlo que no busco otra victoria sino derramarme dentro de un cálido vientre y sentirme ya liberto y a voces gritar: ¡yo soy el libertino caballero! |
5/6/08
El libertino caballero
Esto es lo que suele salir cuando sin más ni más se te olvida tu dosis de haloperidol y te pones a escribir paridas de un tío que se tira a todo bicho viviente. En fin que te pones a escribir y a escribir y pa' cuando te das cuen' has escrito 100 versos. En fin aquí está la obra:
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