6/6/08

Lágrimas del arcángel II

2~Reuniones y malos secretos

La gran morada celestial estaba formada por nueve grandes esferas colocadas al modo del árbol de la vida. La esfera de los arcángeles estaba en la línea izquierda abajo del todo. Enkaión y Miguel aterrizaron en los jardines.

La esfera estaba rodeada de jardines y el único edificio era una gran columna blanca que se elevaba cientos de pisos.

-¿Sabes de que tratara la reunión? –pregunto Enkaión.

-Ni idea –respondió Miguel mientras se miraba el reflejo en un estanque-. La ha convocado Ariel así que seguro que es para quejarse de algo.

Enkaión hizo una leve mueca no le caía bien Ariel. De hecho ningún otro de sus compañeros le caía bien, con excepción de Miguel.

-Será mejor que subamos o Raguel nos volverá a echar la bronca por retrasar las reuniones –dijo Miguel levantándose-. Como si tuviera algo mejor que hacer que acudir a ellas.

Enkaión no respondió, desplegaron sus alas y ascendieron por las paredes color perla de la torre hasta una especie de balconada ancha. Volvieron a aterrizar y entraron en el edificio.

Recorrieron pasillos perfectamente cuadrados hasta una gran sala semicircular donde les esperaban otros arcángeles sentados.

Enkaión aprovecho para echar un rápido vistazo a los presentes: estaba Uriel con su cara de eterno anciano y su túnica amarilla, sus ojos brillaban como electricidad; también Raziel cayado y con sus ojos naranjas oscuro mirando al suelo; después Raguel el coordinador autoproclamado y líder en el silencio, Sandalfón alto y brillante no replegaba sus alas que no eran blancas sino doradas y tenia los ojos también de un color dorado; después Haniel siempre vestida con su túnica plateada y adornos de ese metal y sus ojos eran por supuesto del mismo color que la plata a la luz de la luna; mas arriba la risueña Gabriel, vestida de blanco perla y mirando a todos con sus ojos rosa-violáceo; y por ultimo Ariel vestido con su túnica celeste y sus ojos del mismo color que un lago y a sus pies su león blanco Rashtar.

Faltaban muchos. Era normal que Chamuel, Zadkiel Azrael y Metatrón por un motivo u otro no acudieran. Pero Jeremiel y Jophiel no tenían excusa alguna.

-Vaya, vaya –dijo Ariel cuando se percato de su presencia-. Enkaión y Miguel de nuevo tarde.

-Nosotros fuimos a cumplir una misión, Ariel –respondió Enkaión de mala manera-. No como otros que se pasan el día jugueteando con náyades.

-¡Enkaión! –grito Raguel aunque de forma calmada-. Esa no es forma de entrar en esta sala.

-Lo siento.

-Bien pues tomad asiento –zanjo Raguel.

Ambos se sentaron en sus respectivos lugares que estaban el uno al lado del otro.

-Tu eres el menos adecuado para criticar a Ariel, Enkaión –esta vez fue Haniel quien hablo-. ¿Crees que no se que visitas a una de mis protegidas todas las noches?

Enkaión pudo contener un gesto de sorpresa y miro a Miguel exigiendo respuestas.

-Yo no he dicho nada –respondió Miguel-. No son estúpidos. ¿Cuánto tiempo pensabas que podrías engañarles?

-Bien dicho Miguel –dijo Ariel con una mirada de satisfacción-. ¿Acaso no sabias que nada de lo que ocurre durante la noche escapa del ojo de Haniel?

Y soltó una risa malévola.

Enkaión estaba a punto de estallar.

-Pues entonces también sabrás que yo siempre he respetado sus votos.

-Ah ¿Entonces reconoces que te ves con ella?

-Señores os llamo a la calma –dijo Raguel levantándose-. No estamos aquí para discutir eso.

-Pues a mi me parece un gran tema de conversación –respondio Haniel sin humor y seria.

-Deberíais hacerle caso a Raguel y no meter vuestras narices donde no os llaman –respondio Enkaión-. Lo mió con Selindil no os incumbe.

-¡Enkaión compórtate! –le ordeno Miguel.

-Pues a mi me parece que a Haniel si le incumbe –respondio Ariel-. Después de todo tu Selindil juro virginidad ante ella y no creo que quieras provocar su ira metiendo tu… masculinidad donde no te llaman.

-¡Se acabo! –grito Enkaión levantándose de un salto-. ¡Ahora te enseñare donde meto yo mi masculinidad!

-¡Ja! –respondio Ariel con desprecio y su león rugió con fuerza.

Cuando Enkaión estaba empezando a andar el ruido de los gritos fue acallado por la voz serena de Uriel:

-¡Por el amor de ÉL! ¡Parecéis querubines! Si queréis mataros salid al exterior y no manchéis este sagrado recinto con sangre –Enkaión se contuvo y volvió a su lugar-. Y vosotros Ariel y Haniel procurad medir vuestras palabras… ambos tenéis veneno por saliva –Haniel bajo la mirada y una ligera sombra de arrepentimiento paso por el rostro de Ariel-. Continuemos con la reunión si los dos caballeros y la dama lo permiten.

Raguel tosió y se puso de pie con una pose típica del que no ha arreglado nada pero cree que si no es por el todo se abría ido al garete.

-¡Ejem! –dijo exhortándolos a un silencio que ya imperaba en la sala-. Si nuestro colega Ariel es tan amable de decirnos por qué nos ha convocado…

-Por supuesto que si mi amigo Raguel –le contesto Ariel alzándose majestuoso y un poco prepotente- Quiero informar sobre la preocupante situación…

Ariel hablaba pero gran parte de la sala no le prestaba atención. Gabriel y Sandalfón (Que tenían asientos contiguos) charlaban en susurros.

-¿Qué tal esta tu hermano, Sandalfón –pregunto Gabriel inclinándose ligeramente hacia el lado-. Hace tiempo que no le veo.

-¿Metatrón? –respondió Sandalfón conteniendo una sonrisa-. Ya sabes como es. Nunca se separa de sus queridos anales. Seguramente este pegado a su escritorio y halla olvidado la reunión.

-Tu hermano lleva un gran peso sobre los hombros. El akasha es una tarea colosal. Deberías ser un poco mas comprensivo con él.

-Si lo se –admitió con un suspiro Sandalfón-. A veces me pregunto si no será demasiado para él.

-Si ÉL en su sabiduría tuvo a bien confiarle los anales a tu hermano es porque ÉL sabe que puede soportar la carga.

-Espero que estés en lo cierto –levanto la cabeza que tenia gacha y sonrió-. Aunque tu siempre lo estas.

-Disculpadme Gabriel y Sandalfón –Ariel había parado su listado de quejas y ahora les miraba-. Si la reunión interrumpe vuestra charla podríamos detenerla hasta que acabéis.

-Eso no será necesario, amigo Ariel –le respondio Sandalfón-. Ya habíamos terminado.

-Bien, pues si no molesto, continuaré.

Y siguió con su retahíla de quejas dirigidas tan solo a provocar dolores de cabeza a los demás.

Esta vez fue Enkaión quien empezó a hablar con Miguel:

-Odio a Ariel, es un prepotente y un manipulador.

-Los arcángeles somos los únicos emisarios de ÉL que podemos desarrollar personalidad propia. Y esta no tiene porque ser siempre agradable.

-Ariel supero la escala de lo desagradable hace siglos.

-No digas eso –le reprendió Miguel casi en broma-. El pobre es un amargado pero tiene sus momentos.

Enkaión puso una sonrisa torcida.

-Y además yo siempre he dado gracias por que este en nuestro bando –continúo Miguel-. No me gustaría tener que vérmelas con el y mucho menos con su mascota.

-La fuerza ya nos sirve de poco a los arcángeles –respondió Enkaión-. No hay contra quien usarla.

-Eso es cierto –aceptó Miguel-. Lo único que hacemos es matar sombras. Aun recuerdo lo tiempos de la gran guerra. Que nostalgia.

-Hablas como un viejo veterano.

-¿Acaso no lo soy? Aunque aparente solo un par de años mas que tú, te saco unos cuantos millones. No lo olvides.

Ambos se rieron por lo bajo.

La reunión se alargó media hora más y cuando Ariel acabo con su insufrible charla todos empezaron a salir. Miguel dejo solo a Enkaión y fue a charlar con Uriel. Cuando se dirigía a la puerta noto que alguien le tocaba el hombro y oyó la voz titubeante por la falta de uso de Raziel.

-Enkaión.

Se dio media vuelta y le respondió:

-¿Qué quieres Raziel?

-Solo que tengas cuidado. Viejos amigos persiguen a Esgas.

La cara de Enkaión se puso roja de furia y tomo a Raziel por el cuello de la túnica.

-¡No vuelvas a decir ese nombre en mi presencia! ¡Nunca!

Miguel le cogió de un brazo y le empujo para ponerlo frente a él.

-¿Te has vuelto loco, Enkaión? Deja en paz al pobre Raziel.

-¡Lo sabe, Miguel! ¡Raziel lo sabe!

-Por supuesto que lo sabe. El sabe todos nuestros secretos. ¿Por que crees que no habla? ¿O es que ya te has olvidado?

Enkaión se calmo un poco. Raziel se había escabullido por el pasillo tapándose la boca con ambas manos. En ese momento llego Raguel para poner en practica su afición favorita: hacerse el héroe.

-¡Enkaión! –le grito Raguel-. Tu comportamiento es intolerable debes pedir disculpas a Raziel.

-Debería ser el quien pidiera disculpas por no cumplir su misión como el guardián de todos los secretos.

-Siempre tiene algún desliz –intento defenderle Raguel-. Somos los mas parecidos a los mortales de entre los servidores de ÉL y como tales cometemos muchos errores.

Enkaión no respondió, se zafó de la presa de Miguel y se fue de la sala.

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