20/6/08

Lágrimas del arcángel V

5~Pasos accidentados hacia Keara

Enkaión y Huǒ-lóng observaban desde fuera de las murallas de Nephon la gran llanura de Ianguin. Un mar verde que se extendía desde las montañas hasta perderse en el horizonte.
-¿Hacia donde nos dirigimos, maestro Enkaión? –preguntó Huǒ-lóng mientras comenzaban a andar.
-Uno: te he dicho mil veces que no me llames maestro. Dos: Vamos a Keara, allí tomare un barco y nos separaremos para siempre.
-Como gustes, maestro Enkaión.
-¿De donde eres Huǒ-lóng? –le preguntó Enkaión mientras seguían caminando.
-De una tierra al otro extremo del mundo –le respondió-. Los hombres del oeste la conocen como Kan-Nad.
-Cierto, las tierras del Khan. Viaje allí hace tiempo.
-¿Y conseguiste volver con vida? –le preguntó Huǒ-lóng extrañado-. Se tardan tres meses en atravesar los tortuosos caminos a través de todo un continente. Por no decir que en Kan-Nad te matarían nada más verte por ser un demonio extranjero.
-Sigo vivo ¿No? Como lo consiguiera no tiene importancia.
-Por supuesto, maestro.
-Estas empezando a tocarme las narices con tanto maestro –le reprendió Enkaión enfadado-. Yo no soy tu maestro y tú no eres mi discípulo. Solo eres el tipo que me sigue.
-Como gustéis, maestro.
Enkaión suspiro agobiado. Y siguió caminando.
Pasado un rato llegaron frente a un bosque que se alzaba rompiendo la plana monotonía del Ianguin.
-¿Qué hacemos, maestro Enkaión? –preguntó Huǒ-lóng mirando a las altas copas de los árboles-. ¿Lo rodeamos o lo atravesamos?
-Si lo atravesamos podría convertirse en nuestra tumba –explicó Enkaión-. Y si lo rodeamos perderemos tiempo.
-¿Entonces?
-Atravesémoslo, no creo que un par de bichos puedan con nosotros.
Entraron por la senda que se internaba en el bosque. Los árboles se cerraban a sus lados como paredes. De repente ambos se detuvieron y se pusieron en guardia.
-¿Tú también lo has oído?
-Si, maestro.
Tres grandes figuras salieron de entre los árboles. Median dos metros pero parecía menos porque caminaban encorvadas. Grandes colmillos sobresalían de sus bocas, tenían músculos como sandías y apenas unos mechones de pelo.
-¿Qué son estos seres? -preguntó Huǒ-lóng desde una posición con una mano ante el rostro y la otra estirada.
-Orcos –respondió Enkaión que ya había sacado las armas.
Cada uno de los orcos tenía una gran hacha de guerra en las manos. Les habían rodeado colocándose dos a un lado del camino y otro que parecía más fuerte en el otro.
-¿Nos los repartimos? –preguntó Enkaión.
-Como gustes, maestro Enkaión.
-Bien. Entonces ocúpate tu de ese gordo que esta solo. Yo voy a por los otros dos.
-Eso esta hecho, maestro.
Enkaión se lanzó con las armas en alto contra los dos mientras Huǒ-lóng se acercaba andando hacia el suyo con las manos dentro de las mangas de su túnica.
Los dos orcos le sacaban unos centímetros a Enkaión. Se lanzaron contra el con las hachas en alto. Enkaión esquivo al primero que quedo con su hacha clavada en el suelo. Después se agacho y clavo su espada en el paladar del segundo.
Mientras tanto Huǒ-lóng ya había llegado junto al orco que le miraba con curiosidad. Cuando estuvo frente a él le hizo una reverencia. Cuando volvió a levantarse el orco le lanzo un tajo horizontal con su hacha a fin de cortarle la cabeza. Pero Huǒ-lóng lo esquivo torciendo la columna hacia atrás de tal forma que el hacha pasó por delante de su cara. El orco se enfado al ver de fallar su golpe y le lanzó otro vertical que su contrincante esquivo con una gracilidad sobrehumana, colocándose justo en el flanco del orco. Este le lanzó un puñetazo mientras intentaba sacar su hacha del suelo.
Mientras tanto Enkaión tenia un par de problemas con su adversario, El orco le lanzaba hachazos que el detenía con su propia hacha pero cuando intentada atacar el orco detenía su espada con su escudo de madera.
-Eres bueno, chavalote –le dijo Enkaión-. Pero no lo suficiente.
Lanzó su hacha al aire y el orco la miro. Ese segundo de distracción fue suficiente para que la espada de Enkaión le atravesara el pecho.
-Nunca apartes los ojos del enemigo –dijo Enkaión al cadáver y cogió su hacha al vuelo-. Pero supongo que esta lección ya no te servirá de nada.
Volviendo con Huǒ-lóng el orco le lanzo un golpe con su descomunal puño. Huǒ-lóng se sacó las manos de la mangas y paro el puñetazo con una sola mano y se lo agarro. El orco desconcertado sacó su hacha y volvió a intentar de golpear a Huǒ-lóng. Pero cuando se vino a dar cuenta Huǒ-lóng había saltado apoyándose en su puño y un pie se acercaba directamente a su rostro. Cayó al suelo aun con vida y con su hacha a varios metros de el. Cuando intento volver a ponerse de pie tres dagas voladoras se clavaron en su pecho. Escupió un poco de sangre y volvió a caer pero esta vez no se levantó.
Los dos volvieron a reunirse en el centro del camino.
-Ha sido una lucha interesante -opinó Huǒ-lóng.
-Tampoco ha sido para tanto –le replicó Enkaión-. Apenas nos han durado cinco minutos.
-Pues hoy es tu día de suerte –le dijo Huǒ-lóng-. Con todos esos seguro que tardamos unas cuantas horas.
Enkaión miro en la dirección que le señalaba y vio a al menos veinte orcos en mitad del camino. Miro en la otra dirección y había otros tantos.
-¡Maldición! Creo que estoy perdiendo facultades.
-Sin duda lo de tus alitas te esta afectando –dijo una áspera y grave voz de entre los orcos.
-¿Los orcos saben hablar imperial? –preguntó Huǒ-lóng.
-En este bosque solo conozco a uno que pueda… pero creo que le maté –respondió Enkaión.
-No, no lo hiciste. Aunque casi lo logras.
Un orco de mayor estatura que los demás, salio de entre uno de los grupos. Tenía muchas mas cicatrices, le faltaba un trozo del colmillo izquierdo y lo que más llamaba la atención era la pata de palo que le comenzaba por encima de la rodilla. Además en sus ojos podía verse un brillo de inteligencia.
-Vaya, Ghusback. No me imagine que fueras tan duro –le dejó Enkaión sonriendo-. Pensaba que si la hemorragia no te mataba lo acabaría haciendo alguno de tus compañeros.
-Un poco de sangre no mata a un orco de mi tamaño. En cuanto a mis compañeros un par lo intentaron, tuve que comérmelos.
-Me lo imagino –le respondió Enkaión sonriendo-. Bueno pues si les dices a tus matones que se aparten podremos irnos y no tendré que cortarte la otra pierna también.
-No me hagas reír –le dijo Ghusback-. Somos cincuenta y cuatro contra dos.
-Olvidas que soy un arcángel.
-Crees que las noticias no llegan a estos bosques. Sabemos que hace ya tres meses que renunciaste.
-Estas intentando confundirme. Caí ayer mismo.
-Pues entonces habrá sido una larga caída.
-Un momento –interrumpió Huǒ-lóng-. ¿Tú eres el ángel Enkaión, maestro?
-Hasta hace poco lo era –respondió Enkaión-. Bueno ¿Y que quieres de nosotros, Ghusback?
-Pues venganza hacía el bastardo que asesino a toda mi horda y me arrebato mi pierna –le respondió Ghusback-. ¿Qué si no?
-¿Pues que tal si arreglamos esto con un uno contra uno? Tú y yo. Si yo ganó nos dejaras largarnos.
-¿Y que pasara si ganó yo?
-Que podrás hacerme lo que quieras.
-¿Y que pasa con el tipo de los ojos rajados?
-Me trae sin cuidado.
Huǒ-lóng le miro vagamente sorprendido.
-Trato hecho comencemos.
Ghusback lanzó un gruñido y los orcos formaron un círculo dejando dentro a Enkaión y Ghusback. Huǒ-lóng se quedo fuera sostenido por dos orcos. Los demás empezaron a aporrear sus escudos y corazas con sus armas. El combate iba a comenzar.

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